La incertidumbre política se apoderó de Nepal, que este jueves continuaba bajo toque de queda nacional, con el Ejército patrullando las calles de la capital, Katmandú, después de las protestas que condujeron a la renuncia del primer ministro y que dejaron edificios gubernamentales en ruinas tras los incendios.

Los líderes de facto del movimiento de protesta se reunieron con oficiales militares y dijeron que apoyaban a una expresidenta de la Corte Suprema de Nepal para dirigir un gobierno provisional. Pero los próximos pasos para formar un gobierno no estaban claros, mientras el país empezaba a reconstruirse tras dos días de disturbios. Grupos de ciudadanos autoconvocados empezaban a retirar escombros.

Se confirmó la muerte de al menos 30 personas, 19 de ellas a manos de las fuerzas de se

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