Han soportado en una sola semana el lanzamiento de diez drones con explosivos. Un domingo estallaron cinco. Al lunes siguiente, cuatro. El jueves, uno más. Ningún policía en la estación, ni los militares que patrullaban el pueblo, resultaron heridos. Esa fortuna, sin embargo, no fue lo más celebrado entre los vecinos.
Lo importante en el pueblo fue que un explosivo cayera en el colegio colindante con el búnker policial. Aunque nadie fue alcanzado, clausuraron el centro educativo por precaución. No es la primera vez que lo cierran, el José María Obando ha quedado infinidad de ocasiones expuesto en medio del fuego cruzado y suelen trasladar a los alumnos a otro colegio a varias cuadras de distancia.
El anhelo colectivo, la lucha vecinal, es que retiren a la policía del centro del casco urb