La historia de Pin-Fol comienza mucho antes de abrir sus puertas en Salamanca. Los padres de Javier Piñeiro pasaron más de veinte años en Francia como emigrantes hasta que decidieron regresar y montar un negocio propio. «No sabían qué poner y al final pusieron una papelería, sin saber lo que era un Bic ni nada», recuerda Javier. Desde 1987, la tienda sigue en el mismo lugar y ha acompañado la transformación del barrio y la vida de varias generaciones de vecinos.

Al principio era más librería que papelería, pero con el tiempo el rumbo cambió. «Nos quitaron el almacén y ya era complicado, había que comprar los libros fuera y si te equivocabas, luego no te los cogían. Así que decidí dedicarme más a la papelería», explica. Hoy lo que más hace son impresiones, plastificados y material escolar,

See Full Page