
Para quien haya crecido cerca del campo, hay algunos olores que son inconfundibles. Uno de ellos es de las higueras en plena actividad, que inundan con su potente aroma el ambiente a comienzos del verano, aunque sus frutos suelen estar listos para consumir entre finales de julio y septiembre, dependiendo de la zona donde nos encontremos. A diferencia de lo que puedas pensar, el aroma de la higuera no proviene de sus frutos, sino de sus hojas, que desprenden ese olor tan característico —entre dulce y a madera— al transpirar por el calor.
Tanto los higos como las brevas proceden del mismo árbol, de la higuera, y son de la familia de las moráceas, que producen frutos carnosos que contienen semillas. La diferencia entre unos y otros, entre higos y brevas, es que estas últimas son el primer fruto de la higuera. Se recogen a finales de la primavera y proceden de las yemas de flor que no han fructificado, explican desde la Federación Española de Nutrición (FEN). Son los frutos que se quedaron en estado latente a lo largo del invierno. Los higos, en cambio, se recogen en verano y su temporada se alarga hasta principios de otoño. De ahí viene la expresión popular “de higos a brevas” para destacar un hecho o acontecimiento que sucede muy de tanto en tanto.
¿Cuáles son las principales diferencias entre higos y brevas?
Si quieres distinguir los higos y las brevas por su color, no es la mejor manera ya que los higos —según su variedad— pueden ir de tonalidades verdes a marrones, púrpura e incluso negras. La principal forma de distinguirlas es, obviamente, el momento de su recolección. Además, las brevas son más grandes, de un sabor menos dulce y una textura más firme. Los higos, en cambio, son más pequeños —aunque los encontramos de distintos tamaños—, de piel algo más gruesa, mucho más dulces y también más jugosos. Y aunque tanto las brevas como los higos son muy versátiles, los higos parecen más indicados para recetas dulces y, sobre todo, para mermeladas.
Sabremos que están listos para recolectar del árbol cuando aparezcan en su superficie grietas o arrugas y al tacto se noten flexibles pero no demasiado blandos, porque en ese caso se nos habrán pasado.
Tanto higos como brevas contienen potasio y vitamina B. Su contenido mayoritario son los hidratos de carbono. Y aunque no son altos en proteínas, sí que disponen de todos los aminoácidos esenciales. Tienen un alto contenido en fibra.
Sobre la polémica sobre si pelarlos o no hacerlo, dependerá del gusto personal y del momento o variedad que se consuma. Quizás si la piel es muy gruesa, o no tienes oportunidad de lavarlos bien porque acabas de cogerlos del árbol, sea mejor partirlos y tomar solo su carne. En cualquier otro momento o si su piel es más fina, puedes simplemente enjuagarlos y comerlos directamente o añadirlos a tus recetas enteros.
Tostadas con queso e higos
Hay muchas formas de añadir los higos a tu menú diario. Una de ellas es en forma de tostada, formando un contraste de sabores con el pan, los higos y el queso. Puedes escoger algún pan crujiente o cualquiera de masa madre y buena calidad. En cuanto al queso, quedará muy rico con alguno fresco de cabra o tipo Camembert. Montaremos el queso sobre la tostada y encima colocaremos los higos cortados en finas rodajas. Podemos coronarlas con un chorrito de miel cruda para darle un toque especial.
Mermelada de higos sin azúcar
Otra forma de consumir los higos es en una rica mermelada. Esta fórmula es muy útil también para salvar la cosecha de higos y que no se echen a perder. Y queda espectacular para acompañar con tostadas, yogures y otras recetas. Te contamos cómo prepararla sin azúcar. Ten en cuenta que aunque sea más saludable, al no contener azúcar el tiempo de conservación es menor, por lo que tenemos que prepararla en cantidades menores. Para esta receta vamos a necesitar:
- 500 gramos de higos
- 5 ml del jugo de un limón
- 10 gramos de semillas de chía
Lo primero que haremos es limpiar bien los higos. Para esta receta es mejor pelarlos, pues la piel no es tan dulce. Los cortamos en pedazos pequeños y los introducimos en una cazuela con el jugo del limón. Vamos triturándolos con una cuchara de madera y removiendo. Con su propio líquido suele ser suficiente, pero si vemos que no sueltan demasiado podemos añadir un poco de agua. Dejamos cocer al menos veinte minutos, añadimos la chía, integramos todo y dejamos enfriar para que espese.
Ensaladas con higos
Las ensaladas con higos son una buena opción también para añadir esta fruta a tus platos. Combina muy bien con canónigos, rúcula, espinacas baby o cualquier tipo de lechuga, junto a quesos maduros pero firmes, tomates o zanahorias ralladas, y frutos secos como las nueces. Las combinaciones son infinitas y solo tienes que darle un poco a la imaginación para inspirarte y combinar distintos ingredientes. Si sigues una dieta vegana, puedes sustituir el queso por tofu.
Tarta salada con higos y cebolla caramelizada
Si nunca has probado esta combinación, aprovecha que todavía estamos en temporada de higos para ponerte manos a la obra. Vas a necesitar una lámina de masa quebrada, una cebolla, unos 400 gramos de queso de cabra, entre 8 y 10 higos, tomillo y aceite de oliva virgen extra.
En primer lugar vamos a cortar en juliana la cebolla y para caramelizarla lo que haremos es cocinarla con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y a fuego muy lento para que vaya soltando su propio jugo hasta que esté dorada. Mientras precalentamos el horno a 180º, cubrimos una bandeja de horno o molde con papel vegetal y horneamos unos 10 minutos la masa quebrada.
Retiramos del horno y cubrimos la masa con el queso rallado o en pequeños trozos, la cebolla caramelizada, otra capa de queso y por encima añadimos los higos lavados y cortados en finas láminas, así como el tomillo que espolvorearemos en último lugar. Lo horneamos todo otros 5 minutos y ya podemos servirla.