La celebración de este domingo por la mañana en San Carlos Borromeo estuvo traspasada por las cruces que vivimos, a las que asistimos y esa llamada del mismo Jesús a estar cerca de ellas. Con esa vocación nos habíamos propuesto participar en la acción de denuncia contra la participación de un equipo israelí en La Vuelta. Después de la misa y la mesa, allá que fuimos.

Llamaban la atención las furgonetas policiales azules escoltando dos tanquetas de esas que, supongo, disparan agua a presión para disolver concentraciones. El despliegue policial es inusitado, pero no detiene el airear de banderas y los gritos contra los victimarios de este genocidio, que se redoblan cuando pasan coches de la organización de La Vuelta.

Recordaba entonces aquella advertencia –ya tardía pues fue asesinado en un campo de concentración nazi– del teólogo y pastor luterano alemán Dietrich Bonhoeffer, que se lamentaba en sus cuadernos de no haber gritado antes. Gritar es una expresión evangélica de repulsa a lo que ocurre. Como nos recordaba el también teólogo Johann Baptist Metz, “en la espiritualidad cristiana hay demasiados cánticos y pocos gritos de indignación”. Gritar como paso previo a la confianza, como hizo el mismo Jesús en la cruz.

Algunos se escandalizarán porque la ciudadanía haya paralizado un pelotón ciclista, pero no se han escandalizado durante tres años de genocidio de que Israel paralizara toneladas de ayuda humanitaria destinadas a la población civil

El ambiente, a pesar del lanzamiento inicial de material antidisturbios, es festivo, decidido a hacer que esta vuelta ciclista la gane Palestina, como corean los manifestantes. La celebración es un nuevo grito contra ese genocidio y sus victimarios. Los gritos se transforman en alegría y exultación cuando se confirma la suspensión de una competición que nunca debió permitir que participaran quienes se enriquecen con el genocidio.

La calle queda llena de vallas ya inútiles, los aplausos emocionados se entremezclan con las llamadas a la solidaridad hacia las víctimas del genocidio. La sensación de haber derrotado a una expresión tan burda del poder violento y capitalista como ha sido esta vuelta ciclista 2025 va apoderándose de la ciudadanía. El pueblo fraterno es capaz de movilizarse contra quienes explotan, violentan y asesinan.

Alegan que el deporte no debe mezclarse con política, pero aplauden la fotografía de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el equipo boicoteado, obviando que su presencia es una acción política de 'sportwashing' para generar simpatía

Algunos se escandalizarán porque la ciudadanía haya paralizado un pelotón ciclista, pero no se han escandalizado durante tres años de genocidio porque Israel paralizara toneladas de ayuda humanitaria destinadas a la población civil. Otros alegarán que el deporte no debe mezclarse con política , pero consienten y aplauden la fotografía de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el equipo boicoteado , obviando que la presencia de equipos de Israel en las competiciones deportivas es una acción política de sportwashing para generar simpatía.

Otros nos acusarán de antisemitas, y nos tocará responderles que no es una acción contra el pueblo judío, sino contra el capital israelí, y que no hay nada más antisemita que tomar el nombre de Dios en vano, usando la tradición y el sufrimiento judío para justificar la aniquilación del pueblo palestino. Son ellos, los que en palabras del profeta Miqueas, odian el bien y aman el mal, arrancan la piel de encima y la carne de sobre sus huesos: “Así dice Yahveh contra los profetas que extravían a mi pueblo, los que, mientras mascan con sus dientes, gritan ¡paz!, más a quien no pone nada en su boca le declaran guerra santa”.

Hay una realidad incontestable: hay un pueblo masacrado, el palestino, y somos corresponsables de nuestros hermanos y hermanas. Cada niño, cada niña muerta, es un hijo, una hija nuestra.

Como rezan estos días algunas pancartas: se hace silencio cuando los niños duermen, no cuando los matan.

Esta es una versión reducida de un artículo publicado previamente en Religión Digital .