Antes de nada, despejemos el mito: el texto que escribe ChatGPT no lleva una marca de agua técnica propia que puedas “leer” después para confirmarlo.

Se han probado clasificadores para estimar si un texto es de IA, pero incluso sus autores advierten que no son fiables por sí solos (aciertan una parte y generan falsos positivos). Por eso, la detección de texto debe tratarse con mucha cautela.

En imágenes generadas con ChatGPT (DALL·E 3), la historia es distinta: se añade información de proveniencia mediante el estándar C2PA (“Content Credentials”), un metadato que viaja con la imagen y que herramientas compatibles pueden leer para verificar de dónde salió .

Eso permite saber si esa imagen concreta fue generada con las herramientas de OpenAI… si el metadato sigue ahí

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