La noticia nos remite a los tiempos chinamperos de la antigua Ixtapalapa, laja blanca o salitrosa, significa su nombre en distintos diccionarios--, cuya grafía se modificó con una zeta por obra y gracia de quien sabe cuál capricho político. Ixtac, en náhuatl es blanco, como Ixtaccíhuatl (mujer blanca) o Ixtacalco (casas blancas), pero seguimos con la facilidad fonética.

Ahora y desde hace unos años les decimos Iztapalapa e Iztaccíhuatl con la suave pronunciación silbante de una “S”. Caprichos y más caprichos.

Pero la condición lacustre de las tierras lodosas de esa zona regresó con la furia de la tormenta. Es cierto. Pero también es verdad el axioma de la urbanización: en las ciudades se reducen los efectos de la naturaleza.

Por ejemplo, el sistema de manejo de avenidas y marejadas en l

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