Por una serie de desgracias cotidianas me había perdido la noche del estreno de la tercera temporada que actualmente se presenta en el Centro Cultural Thames y había llegado con ansiedad a la sala, tras ver a un accidentado con sangre corriéndole por la cara y a mi amiga con la presión baja. El recinto tampoco estaba libre de tensión y hasta alguien se cayó de su silla. En la puerta te recibían con una escarapela (obligatoria) que anticipaba el código patriótico e institucional de la obra y la sala llena prometía, de mínima, una experiencia movilizante.

Bala Perdida es una comedia , pero no de las que te entregan contradicción sin incomodarte. Es una sátira de aquella Argentina de los 90 que exhibía clasismo, misoginia y violencia verbal como moneda corriente. Es una obra dinámica

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