En la calle Santa Isabel, número 3, late aún la memoria de un Madrid que descubría la magia de las imágenes en movimiento. El Cine Doré, hoy convertido en templo del séptimo arte más genuino, nació como una prolongación natural de aquellos primeros cinematógrafos que se abrían paso en la capital.
Hoy, más de un siglo después de aquellas primeras proyecciones, el Doré vuelve a ser noticia. Desde septiembre, y durante tres meses, la sala ofrece todas sus sesiones de manera gratuita. La decisión llega como gesto hacia el público, en plena transformación del edificio, cuyas obras de accesibilidad buscan garantizar que este templo del cine pueda ser disfrutado por todos.
Los trabajos incluyen la instalación de rampas y un ascensor que harán más cómodo el acceso al histórico inmueble, aunque c