Un empresario gallego, natural de O Carballiño y afincado en México, murió en 2011 a los 65 años dejando tras de sí una fortuna millonaria; sin embargo, más de una década después, un juzgado en Ourense, España, resolvió que un hombre de 35 años es su hijo biológico y, por lo tanto, legítimo heredero.

Lo sorprendente no es solo la cantidad en disputa , sino la manera en que se logró demostrar la paternidad: un simple escupitajo recogido de manera discreta fue la prueba definitiva.

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El empresario gallego que vivía en México

El hombre, originario de Carballiño, pasaba largas temporadas en Galicia pero residía principalmente en México, donde desarr

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