El ex primer ministro, que vive un momento de popularidad, ha comenzado a sentar las bases de una candidatura presidencial, distanciado de la que fue su familia política, la derecha de Los Republicanos
Macron anuncia que Francia reconocerá el Estado de Palestina en septiembre
“Gaza es el mayor escándalo de la historia, no me atrevo ni a buscarle comparaciones... y nadie habla de ello en este país”. Hace justo un año, en septiembre de 2024, el ex primer ministro francés Dominique de Villepin se indignaba en los micrófonos de la radio pública francesa de la falta de reacciones ante los daños infligidos por el ejército israelí en la franja. “Los cuerpos hechos pedazos. Los corazones hechos pedazos. Las almas hechas pedazos. Las cabezas hechas pedazos”.
Unas semanas después, en el popular talk show de la televisión pública Quelle époque!, defendía en horario de máxima audiencia la necesidad y la importancia del reconocimiento del Estado Palestino, mucho antes de que Emmanuel Macron se decidiese a dar el paso, al tiempo que advertía sobre el riesgo de hambruna entre la población. “Estamos en una situación en la que no tenemos derecho a la indiferencia. Francia tiene que ser fiel a sus principios, empezando por el derecho internacional. ¿Está respetando Israel el derecho internacional? La respuesta es no”.
Desde entonces, extractos de las intervenciones del exministro de Asuntos Exteriores francés –mezcla de pedagogía y vehemencia– se han vuelto virales, compartidos incluso por diputados de los partidos de la coalición progresista Nuevo Frente Popular.
De Villepin, figura histórica de la derecha, es una de las voces más críticas con la falta de acción de Francia y de Europa para presionar al Gobierno de Israel. Hace unos días, tras las medidas anunciadas por el Gobierno de Pedro Sánchez, puso a España como ejemplo. “Quiero que Francia sea más activa, que tome más iniciativas: que suspenda –con el resto de europeos– el acuerdo de asociación, con Israel, que tome medidas suplementarias de embargo, como lo ha hecho España. Hoy es España quién salva el honor de Europa en esa región, y no Francia”, afirmaba hace unos días en una entrevista en France Info.
En marzo, un sondeo de Cluster 17 para la revista Marianne, lo situaba como la segunda personalidad política más popular de Francia. A sus 71 años, De Villepin es miembro de la misma generación que Michel Barnier, François Bayrou o Jean-Luc Mélenchon. Sin embargo, a diferencia de estos, había permanecido relativamente ausente de la escena política desde hace casi 15 años. Su reaparición se explica en parte por su perfil de diplomático experimentado, en un contexto internacional cada vez más ansiógeno.
“El regreso al poder de Donald Trump y sus amenazas sobre Europa han creado una especie de nostalgia por el hombre que pronunció aquel discurso en la ONU [en 2003], el hombre que tuvo el valor de decir no a Estados Unidos en vísperas de la segunda Guerra del Golfo”, explica Jean-Yves Dormagen, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Montpellier y fundador del laboratorio Cluster 17. “Ese discurso se convirtió en un punto de referencia, incluido para muchos jóvenes”.
Por otro lado, las posiciones de Dominique de Villepin sobre Gaza también han desempeñado un papel importante, “en un contexto en el que la gravedad de la situación humanitaria es cada día más evidente”, añade el politólogo. “A través de las posiciones que ha adoptado, se ha alejado mucho de la derecha conservadora y se ha ganado la simpatía de algunos moderados y de la izquierda. Esa es una de sus grandes bazas: da la impresión de ser un hombre libre, con convicciones firmes”.
Apreciado en la izquierda y el centro
Apoyado por esas cifras de popularidad, el que fuera primer ministro de Jacques Chirac (2005- 2007) sopesa la idea de lanzar una candidatura presidencial. “No se trata solo de ser capaz, sino también de mantener un compromiso con los franceses en términos de poder dar respuestas a sus expectativas, a sus dificultades”, aseguraba hace unos meses en una entrevista en BFMTV.
No obstante, hay muchas dudas sobre si lo que apuntan los sondeos podría traducirse realmente en votos. En particular, porque gran parte de las simpatías que genera De Villepin están en la izquierda, lejos de su familia política. Además de sus posiciones sobre Palestina, los votantes progresistas también recuerdan que fue uno de los pocos políticos conservadores que defendió que Macron debía nombrar un Gobierno progresista en 2024, ya que el Nuevo Frente Popular había sido la fuerza con más escaños. Así, un reciente sondeo Ifop apuntaba una popularidad 18 puntos superior entre los simpatizantes de izquierda que entre los de derecha.
A través de las posiciones que ha adoptado, se ha alejado mucho de la derecha conservadora y se ha ganado la simpatía de algunos moderados y de la izquierda
“Convencer a una parte de este electorado será obviamente difícil para Dominique de Villepin; goza de gran popularidad entre el electorado de izquierdas, sin embargo éste le percibe como un político de derechas y, por el momento, no le convierte en su primera opción electoral”, apunta Jean-Yves Dormagen. No obstante, el politólogo también señala que ex primer ministro goza de una gran simpatía en segmentos moderados tanto del centroizquierda como del centro. “Estos grupos están muy decepcionados por el macronismo y relativamente huérfanos políticamente. Les cuesta encontrar una oferta que les corresponda. Y, como la política tiene horror al vacío, no es del todo imposible que este electorado acabe siendo atraído por la candidatura de Villepin”.
De momento, Dominique de Villepin ya ha dado varios pasos hacia su participación en la próxima elección presidencial, prevista para 2027. Antesala de la candidatura, ha lanzado un nuevo partido, La France humaniste y publicado un libro, Le Pouvoir de dire non. Incluso en caso de no participar, su apoyo a un candidato en el saturado espacio de centroderecha (Edouard Philippe, Gabriel Attal, François Bayrou) podría ser decisivo.
En su libro, de Villepin sostiene que tres posibles caminos se abren ante Francia: “un socialismo de radicalidad que quiere desenraizar todo para después replantarlo”, “un nacionalismo reduccionista” y “el gaullismo del siglo XXI”, una corriente renovada que él mismo aspira a encarnar. Y afirma que uno de los objetivos de su regreso a la escena política es que los franceses no se vean “atrapados en una elección entre el radicalismo de Francia Insumisa y el de Le Pen”.
Experiencia
Producto de las grandes escuelas de la élite francesa, es miembro de la familia Galouzeau de Villepin, exponente de la alta burguesía francesa (más de una docena de sus ancestros fueron galardonados con la Legión de Honor, incluyendo militares, diputados diplomáticos o dirigentes de empresas).
Tras 15 años en diversos puestos diplomáticos, principalmente en África, formó parte de los gobiernos conservadores bajo la presidencia de Chirac, primero como Secretario General de la Presidencia, después como ministro del Interior, luego de Exteriores y, finalmente, primer ministro.
Dos momentos marcan su vida política: el citado discurso contra la invasión de Irak y la decisión de Chirac de adelantar elecciones en 1997, un desastre para la derecha del que se le considera el primer responsable. En 2007, era uno de los principales candidatos en tomar el relevo de Jacques Chirac como líder de la derecha francesa, pero su primer intento de llegar a la presidencia acabó en un sonado fracaso.
“Deriva trágica” de la derecha
De Villepin trató de encarnar una alternativa moderada a Nicolas Sarkozy, con el que protagonizó una amarga rivalidad, una derecha sin los excesos del ultraliberalismo y el énfasis en el discurso de inseguridad que dominaban la campaña del expresidente. Pero, rápidamente distanciado en los sondeos y sin lograr los apadrinamientos necesarios, las escasas perspectivas de éxito le obligaron a renunciar.
“Desde que dejé Matignon [residencia del primer ministro francés] en 2007, he tenido 18 años para reflexionar, aprender lecciones y olvidar todo orgullo y ambición personal”, aseguró en una entrevista a Le Parisien.