Sin aspavientos ni excesivo dramatismo, los cristianos sirios afrontan su incierto futuro en el nuevo país que poco a poco comienza a tomar forma tras la caída a comienzos del pasado mes de diciembre del régimen de Bashar al Asad y la llegada al poder de una amalgama de fuerzas islamistas radicales comandadas por el antiguo yihadista Ahmed al Sharaa, que ha prometido garantizar un futuro de convivencia entre las distintas comunidades etnorreligiosas sirias pero que ha sido incapaz de evitar sangrientos episodios de violencia sectaria dirigidos fundamentalmente contra drusos y alauíes.

Al margen de algún acto vandálico y provocación protagonizada por grupos islamistas radicales en los primeros meses del año, la vida cotidiana de los cristianos sirios -que forman una de las comunidades más

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