Fue retirado de la circulación el astuto negociador Santos Cerdán y tomó su relevo el presidente emérito José Luis Rodríguez Zapatero. Ser presidente emérito resulta difícil, pues te puedes quedar impertérrito como un jarrón chino, o volverte lenguaraz para demostrar que sigues siendo muy listo, o incordiar al líder de tu partido como si fueras de los otros, o enchufarte como mediador. Zapatero ha elegido la última posibilidad. Y va trajinando por aquí y por allí, lo mismo por Venezuela con su amigo Maduro, que por las tierras de Suiza y Bélgica con el amnistiado Puigdemont.

El pasado jueves tuvieron una reunión, de la que ha trascendido poco. Zapatero acudió con una misión imposible. En realidad, podía hablar de lo que quisiera, ya que no serviría para nada. Hasta el ilustre inquilino de

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