Existe un reducido pero influyente grupo, dotado de grandes presupuestos y potentes campañas de relaciones públicas , que está promoviendo con insistencia una serie de ideas en los grandes foros internacionales sobre el clima, como la reciente cumbre COP28. Su propuesta suena tentadora: en lugar de un esfuerzo global y sostenido para reducir emisiones, ¿por qué no aplicar un atajo tecnológico para enfriar el planeta artificialmente?
De hecho, lo que defienden son proyectos de geoingeniería a gran escala, presentados casi como una solución mágica para frenar el deshielo de los casquetes polares. La promesa es tan atractiva como peligrosa, pues sugiere que podemos seguir contaminando mientras una intervención tecnológica monumental se encarga de mitigar los peores síntomas del calentamien