En la política mexicana los disfraces nunca han estado de moda, pero la oposición ha encontrado en ellos un último recurso. Tras siete años de derrota, desarticulación y berrinches, aparece Somos México como la nueva marca registrada de lo que en realidad es: el reciclaje de los mismos apellidos, las mismas mañas y el mismo tufo a privilegios de antaño. La diferencia es que ahora pretenden venderse como “ciudadanía organizada”, cuando en realidad son el ala más conservadora y resentida de quienes vieron en la Cuarta Transformación el fin de su pequeño festín de privilegios. Los nombres detrás de este nuevo intento no engañan a nadie.
Edmundo Jacobo, el burócrata dorado que durante casi 15 años como secretario ejecutivo del INE cobró sueldos de alrededor de 220 mil pesos mensuales y se jub