Febe y Angelo Pérez estaban dormidos en sus camas cuando los agentes de inmigración llegaron por su madre.

Con solo 6 y 9 años, los hermanos —ambos ciudadanos estadounidenses de Texas— no entendían quiénes eran los hombres con chalecos tácticos ni qué era “ICE”. Y no oyeron a un agente decirle a su madre, Kenia, que los Servicios de Protección Infantil los recogerían y los colocarían en un hogar de acogida si no encontraba a alguien que los cuidara.

Lo único que sabían era que les estaban arrebatando a su madre, su única madre desde que su padre murió cinco años atrás.

En todo el país, niños nacidos en Estados Unidos como Febe y Angelo se han convertido en daños colaterales de la ofensiva sin precedentes de la administración Trump contra los inmigrantes indocumentados.

CNN identificó a

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