Al principio eran unos pocos rescatistas, con sus aletas y sus flotadores, instalados en un hostal de Lesbos. Habían visto por la tele la llegada de miles de sirios que huían de la guerra y que intentaban cruzar a Europa por el paso más "seguro", desde las costas de Libia hasta esas playas de Grecia. Muchos no lo conseguían. La mayoría ni siquiera sabía nadar, muchos iban con flotadores de plástico, talla infantil, lo que les daban las mafias haciéndoles creer que ese dineral que habían pagado al otro lado del Mediterráneo era un billete seguro hacia una nueva vida.
Los rescatadores del Open Arms empezaron así. Yéndose en sus horas libres a aquel lugar recóndito. Dando lo único que tenían, su tiempo y su experiencia en rescates. No quisieron quedarse en casa viendo a través de la televisi