En 2016, en un pequeño garaje de Zaragoza, Clara Martínez no imaginaba que su hobby se transformaría en un negocio de alcance mundial. "No tenía trabajo y quería algo que me llenara", recuerda.

Con experiencia previa como teleoperadora, Clara se encontraba en un momento de incertidumbre laboral, pero con un talento oculto: la costura. Así que lo que comenzó siendo un pasatiempo para hacer vestidos para su hija pequeña y una cuenta de Instagram incipiente, se convirtió en el germen de un emprendimiento artesanal que hoy acumula clientes de España, México y Emiratos Árabes.

"Empecé cosiendo para mi hija y compartiendo las fotos en Instagram", cuenta Clara. La red social empezaba a despuntar, pero no era el gigante que conocemos hoy en día. Así que su cuenta fue creciendo de manera orgánica

See Full Page