Sánchez pretende confundir a los españoles con el viejo uso de la estrategia de la “tinta del calamar”. No se trata de un arroz negro con sepia, alioli y sus hebritas de azafrán. Tampoco de unos “txipis” del Cantábrico a la bilbaína. Frio, frio. Que se nos vaya el pensamiento a Babia es lo que desea quien ahora preside el gobierno de nuestra España. Y sobre todo que no se entere Feijoó de la tirada a gol por la esquina de la portería.
No malgastemos la sesera con ensoñaciones. La tinta del calamar no es solo el ingrediente de una receta de Martín Berasategui. Sánchez, una vez más, una de tantas, vuelve a jugar al despiste. Como si la situación geopolítica internacional tuviera el horno para bollos, cuando huele a chamusquina que trasciende. España es un viejo polvorín, que con arrimar un