no nació para el cine, pero el cine acabó reclamándola. Su historia, que parece escrita con el guion de una epopeya mediterránea, arranca en La Goulette, un barrio portuario de Túnez donde vino al mundo en 1938. Hija de sicilianos en tierra de mestizaje, creció entre idiomas y culturas que le dieron un aire cosmopolita y, sin saberlo, la prepararon para convertirse en uno de los rostros más internacionales del cine europeo.
Su destino cambió a los 18 años, cuando ganó el concurso "La chica italiana más bella de Túnez". El premio, un viaje al Festival de Cine de Venecia, la colocó de improviso frente a productores que supieron ver en su timidez una fuerza magnética. Cardinale confesó años después que ser actriz no estaba en sus planes , pero aquella casualidad la lanzó a una que se exten