Varios de nosotros hemos vivido lo suficiente como para haber visto la causa y la consecuencia de modelos económicos exitosos y otros fallidos, tanto en el Perú como en otros países.
Los de mi generación vivimos una niñez donde se perdió la libertad política, económica y de expresión, un modelo dictatorial, estatista y empobrecedor. Vimos regresar la democracia, pero sin claridad respecto de lo que hace progresar a un país y, como consecuencia, la aparición de un populismo desenfrenado que llevó a la peor hiperinflación de la historia. Experimentamos el salvajismo del terrorismo y vivimos lo difícil que fue la pacificación. Sufrimos las consecuencias del desorden económico y la dificultad que significó poner orden en las finanzas públicas y en los fundamentos de una economía que, a la pos