Cada vez que miramos el GPS del coche, consultamos el tiempo o pagamos con tarjeta, los satélites de navegación, observación o sincronización horaria hacen que todo funcione sin que nos demos cuenta . Pero a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas, una guerra silenciosa se abre camino. Una que, de acabar estallando, podría borrar eso que damos por sentado.
La guerra de Ucrania lo cambió todo. Demostró, sin lugar a dudas, que los satélites no son solo herramientas científicas o comerciales, sino activos militares de primer orden. Desde el seguimiento de las tropas a las comunicaciones seguras y resilientes , el conflicto "consagró el espacio como un dominio operativo de pleno derecho", en palabras de Vincent Chusseau , jefe del Mando Espacial francés.
Al mismo tiempo, la invas