Barcelona atraviesa por un cierto letargo político y social que tiene como parte positiva que la fiesta mayor del 2025 se explicará en los libros, si no se tuerce la cosa, como unas de las más alienadas de su momento local. Es posible que la capital catalana esté aún de resaca por el procés , pero no es solo eso. Es como si el relato, cuyo control es el santo grial que persiguen gobernantes y opositores, estuviera flotando a la espera de que alguien logre domarlo. Y mientras eso sucede –hablar de lo que pasa en Gaza no basta–, la Mercè se ha ventilado este miércoles su segundo día de espectáculos sin polémicas, sin agrios debates; sin nada que empañe el hecho de que la ciudad vive su semana grande con vecinos de todo pelaje tomando las calles para, simplemente, pasar un buen rato.
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