Vivimos en unos tiempos caracterizados por la desinformación sin que mucha gente sea aún consciente de lo que eso supone. Se trata de un contexto caracterizado por la confusión y la desconfianza donde, además, asistimos a transformaciones de tanto calado y en tan poco tiempo que apenas hay manera de asimilarlas ni de medir sus consecuencias. Este desconcierto generalizado se produce en un clima social de polarización extrema, con poderosas fuerzas políticas que, entrenadas en el manejo de las emociones, son capaces de causar una enorme inestabilidad a través de las redes sociales. La proliferación de información falsa y la infodemia, esa saturación informativa que desborda y desorienta, contribuyen de manera clave a esta sensación de fragilidad. Por todo ello, y por los acontecimientos que
Tiempos de oscuridad

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