Si Pedro Sánchez calculaba un otoño más tranquilo, utilizando el drama de Gaza para arrinconar al adversario, se equivocaba. La realidad parlamentaria y judicial le ha llevado por delante, como si fuera un tsunami.

Feijóo y Sánchez coinciden en la condena a Netanyahu, al igual que en Europa entre conservadores y progresistas, como se ha evidenciado en la Asamblea de Naciones Unidas. La consecuencia es la falta de credibilidad de una controversia que no existe realmente pero que ha sido forzada para recuperar lo vivido con la guerra de Irak. No ha colado.

Lo que sí ha detonado en la Moncloa es la soledad en el Congreso de los Diputados y la nueva realidad judicial de Sánchez y sus familiares más cercanos.

Podemos quiere elecciones y borrar del mapa a Sumar, votaciones como la del traspas

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