Una mañana de 1981, llegó al Palacio de los Rincón Gallardo, sede del Poder Ejecutivo del Estado, un arquitecto que traía un portafolio lleno de esperanzas y transformaciones para una ciudad apacible y recoleta. En su regla de cálculo se proyectaba futuro, en su mirada virtud, en sus zapatos raíces. En ese portafolio se guardaba la transformación del urbanismo de nuestra ciudad capital.

Había recibido la instrucción de atender al arquitecto Nazario Guerrero Ruelas, ya lo esperábamos con la cortesía del servicio público, signo claro de otros tiempos en que el diálogo público fue muy atento.

El portafolio de Nazario parecía una muestra de la piedra filosofal. Un par de años más tarde me llegó el borrador de la propuesta de la primera ley de propiedad en condominio horizontal que motivó un

See Full Page