HECHOS
En mi ministerio presbiteral y episcopal, en varias ocasiones he visitado pastoralmente diversas cárceles, tanto en el Estado de México como en Chiapas. Conversando con los internos, muchos de ellos podrían salir libres, pero no tienen un abogado ni dinero suficiente para pagar una fianza. Muchos otros están años y años sin ser sentenciados, algunos que sí son culpables, y otros inocentes.
Hay muchas injusticias por la incompetencia de los jueces, por el rezago de tantos casos que se presentan, o por la corrupción imperante. Se han hecho esfuerzos por humanizar más los centros penitenciarios y dinamizar la impartición de justicia, pero falta mucho por hacer para que todo el proceso sea más justo y expedito.
En nuestra patria, hace poco, en un ejercicio muy cuestionado desde vario