En Metepec todos saben que Luis Estuardo Rodríguez Levasseur convierte las compras y adquisiciones del Festival Quimera en un botín personal: proveedores inflados, contratos opacos y comisiones que ya no se calculan en decenas, sino en veintes. Dentro del propio ayuntamiento se comenta con ironía que dejó de ser Míster Ten por Ciento para convertirse en “Míster Veinte por Ciento”, emblema de un régimen anterior que no muere porque siempre encuentra la forma de reciclarse en las rendijas del presente. Estuardo personifica la versión más cínica de la corrupción local: la fascinación por el dinero fácil y sucio, la certeza de que la cultura puede usarse como caja registradora y la apuesta de que la memoria del saqueo se diluye entre conciertos y espectáculos. Cada Quimera bajo su sombra termi

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