Un reciente descubrimiento arqueológico en un desierto de clima extremo reveló ruinas ocultas bajo antiguos lagos secos, sorprendiendo a la comunidad científica. Los restos, que incluyen estructuras de piedra, canales de agua y artefactos cerámicos, sugieren que civilizaciones antiguas habitaron la región en un periodo más húmedo, transformando la idea de que se trataba de un territorio inhóspito e inhabitable. El hallazgo abre nuevas hipótesis sobre la adaptación humana al cambio climático y los patrones migratorios de sociedades ancestrales.

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