Desde el primer mandato de George Bush hijo, las pretensiones de todos los gobiernos en Estados Unidos han perseguido –sin éxito– el mismo propósito respecto a Venezuela: instalar en ese país un gobierno afín que les garantice el acceso exclusivo y preferencial a los ingentes recursos naturales del país. Lejos de moderar los niveles de injerencia, las sucesivas administraciones estadounidenses (Obama, Trump, Biden y de nuevo Trump) han contribuido de manera sostenida a la agenda de agresión contra los gobiernos chavistas.

Tras un cuarto de siglo de fracasos en sus intentos de cambio de régimen en Venezuela, la emergencia geopolítica característica del actual momento histórico parece estar precipitando a EE.UU. a amagar con la posibilidad de emplear la opción militar. Trump y las grandes e

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