Recorridos guiados mediante códigos QR, experiencias sensoriales provocadas por la realidad virtual, así como espectáculos inmersivos que adentran al visitante al interior de obras de arte. Esas son algunas de las propuestas más demandadas por los turistas a día de hoy. Pero las miles de apps, la IA o los imprescindibles smartphones que guían nuestras escapadas y nuestro ocio en ocasiones son incapaces de competir con el atractivo que suponen vivencias físicas que invitan a hacer un viaje al pasado como si de una máquina del tiempo se tratara. Eso ocurre cuando surge la ocasión de subir a un viejo tren de vapor.
Es un medio de locomoción tan cinematográfico como evocador. Son locomotoras sólo vistas al tamaño reducido del celuloide. Así que impresionan cuando se comprueba su verdadero vol