La Iglesia puede ofrecer una contribución sencilla y decisiva: recordar la dignidad de cada persona, cultivar la compasión y sostener la esperanza de quienes sufren . Desde su experiencia de cercanía con las comunidades, propone una comunicación que acompañe a las familias heridas, escuche la voz de los más vulnerables y aliente siempre a elegir caminos de fraternidad y paz.
La cobertura de hechos como un triple femicidio suele quedar atrapada en la disputa política y el espectáculo mediático. La comunicación, sin embargo, tiene un desafío ético urgente: poner en el centro a las víctimas , escuchar a los territorios y dejar de lado la cultura de la agresividad.
El reciente hecho en Buenos Aires estremeció a toda la sociedad. Tres jóvenes asesinadas y torturadas , tres familia