El diseño gráfico y la música han tenido siempre una relación estrecha, en la que las carátulas y empaques se convierten en piezas que trascienden lo visual para convertirse en objetos culturales. Más allá de proteger un disco, estas piezas construyen narrativas que amplían la experiencia musical, convirtiéndose en símbolos que marcan épocas y estilos.
En un contexto donde la música digital domina, el reto del diseño es generar objetos que aporten un valor agregado, que inviten a la interacción y al coleccionismo. Es aquí donde aparecen propuestas innovadoras que combinan técnicas artesanales con herramientas digitales, logrando empaques que no solo comunican la esencia de un artista, sino que también se transforman en memorias tangibles. La exploración de materiales, troqueles, tintas y