En la rutina diaria, el tiempo para los encuentros suele volverse escaso. Sin embargo, hay algo que no pierde fuerza: la necesidad de reencontrarse con quienes forman parte de nuestra vida. Y en ese contexto, el camino cobra un sentido especial.

Cada kilómetro recorrido puede ser mucho más que un trayecto. Es la cuenta regresiva hacia una visita familiar, el viaje hacia una charla pendiente, la escapada para volver a ver a los amigos de siempre. En cada reencuentro hay historias que se reactivan, emociones que se renuevan y vínculos que se fortalecen.

Especialistas en hábitos de consumo y movilidad señalan que, en los últimos años, los traslados dejaron de concebirse solo como un medio para llegar de un punto a otro. Hoy se valoran como parte de la experiencia: una transición hacia aquel

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