El español, repuesto del tobillo y citado en los cuartos de Tokio con Nakashima tras batir a Bergs por 6-4 y 6-3, se supera y desea acercarse a las marcas de los gigantes
Nunca ha sido el otoño una época especialmente inspirada para Carlos Alcaraz, al que tradicionalmente se le han atragantado los deberes del tramo final de la temporada. Iba por buen camino hace un año, cuando comenzó con buen pie en Pekín , pero luego volvió a trabarse en Shanghái, la velocidad de Bercy le consumió otra vez y un inoportuno resfriado le redujo en la cita maestra de Turín, antes del chasco colectivo en la Davis de Málaga. Ahora, el punto de partida es novedoso, Tokio, donde el joven número uno posaba estos días divertido, embutido en el traje de los samuráis y espada en mano para abordar un reto al que l