La imagen evoca los fantasmas de la Guerra Fría: convoyes de apariencia civil que, en realidad, escondían en sus entrañas misiles balísticos intercontinentales. La Unión Soviética fue pionera en el desarrollo de estos temidos «trenes de la muerte», una solución ingeniosa y aterradora para asegurar que su arsenal nuclear pudiera sobrevivir a un primer ataque. La clave era la movilidad, la capacidad de camuflar el arma más destructiva de la historia en la cotidianidad de una simple vía férrea, convirtiéndola en un objetivo casi imposible de localizar.
Pues bien, aquella estrategia de disuasión sobre raíles no es una reliquia del pasado. En el complejo tablero geopolítico asiático, China ha integrado una capacidad parecida en su doctrina militar, aprovechando su extensa red ferroviaria par