En el corazón de la cordillera de los Andes, a 45 kilómetros de Esquel, se alza en ruinas un hotel que alguna vez fue símbolo de modernidad y esplendor.

Construido en los años setenta junto a la central hidroeléctrica Futaleufú, el edificio fue pensado originalmente para alojar a ingenieros y directivos de la obra, muchos de ellos extranjeros, en un entorno de naturaleza imponente y aislamiento total.

El hotel contaba con dos pisos, habitaciones con baño en suite, casas privadas, recepción, comedor, sala de estar e incluso un ascensor —un lujo inusual para la zona en ese entonces—. Incluso llegó a tener un sauna, lo que reflejaba el nivel de confort proyectado para su época.

Durante la construcción de la represa, el lugar fue centro de reuniones, visitas familiares y celebraciones. Pe

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