Por David Cufré
En los esquemas de estafas piramidales, mientras el organizador consiga quien aporte capital, la ficción se sostiene y la burbuja se infla. En el proceso, unos pocos obtienen ganancias extraordinarias con plata ajena, y el promotor se llena bien los bolsillos. Pero se sabe cómo termina. En algún momento los financistas escasean y la burbuja explota. Es un desastre. Los que invirtieron esperando cobrar fuertes dividendos, de pronto descubren que era todo mentira. Se quedan con las manos vacías y la confianza mancillada. Los que ganaron buscan otro organizador que les arme el negocio, y el estafador se las arregla como puede, para escapar a tiempo o terminar de la peor manera si no lo logra.
El programa económico de Javier Milei dio nuevas muestras esta semana de que lo guí