Tras largos meses de deliberaciones, la sanción de la ley de amnistía llegó finalmente el viernes 23 de septiembre de 1983, cuando solo restaban 37 días para los comicios. Desde la primera, en 1811, la historia argentina había acuñado 26 disposiciones en similar sentido.

Ahora, el presidente de facto Reynaldo Bignone , y su ministro de Interior, Llamil Reston, eran los encargados de instalar la idea de la “pacificación nacional”.

Sin embargo, para las calles, ya era la “ autoamnistía ”, que iba a alcanzar a los autores, partícipes, instigadores, cómplices o encubridores e intentaba transmitir una pátina de ecuanimidad cuando declaraban extinguidas las acciones penales de “los delitos cometidos con motivación o finalidad terrorista desde el 25 de mayo de 1973 hasta el 17 de junio

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