El viernes de la semana anterior, el gobierno de Javier Milei atravesaba una crisis terminal. Prácticamente en default, habiendo vendido más de 1.100 millones de dólares, con varios candidatos probándose el traje de presidente de recambio bendecidos por los mismos empresarios que habían convertido al libertario en primer magistrado, todo parecía acabado. Pero ahí apareció el amigo americano, y el gobierno pareció resucitar . Al menos, ganó tiempo.

Bastó con que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmara la disposición del gobierno de los Estados Unidos para realizar un salvataje de Milei para que los mercados se tranquilizaran . Después hubo puesta en escena en la Organización de las Naciones Unidas , la siempre postergada foto del presidente argentino con Donald Trump

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