La presidenta, proeuropea, denuncia un complot del Kremlin para intimidar a los ciudadanos y dar la victoria a los partidos prorrusos en las elecciones parlamentarias
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuánto?: la UE empieza las obras de su ampliación
Un presunto complot ruso para provocar disturbios masivos, decenas de detenidos, más de 250 registros, compra de votos, ciberataques y campañas de desinformación supuestamente financiadas por Moscú. Moldavia es un país casi 20 veces más pequeño que Ucrania y con menos de 2,5 millones de habitantes, pero Vladímir Putin está convencido de que se la juega en las elecciones parlamentarias de este domingo.
Rusia confía en que el partido en el Gobierno, que ha impulsado la adhesión a la Unión Europea, no revalide la mayoría absoluta y las fuerzas prorrusas devuelvan esta república exsoviética a la órbita del Kremlin.
La principal incógnita de estas elecciones es si el gobernante Partido Acción y Solidaridad (PAS), que apuesta por la entrada en la UE, renovará su actual mayoría en el Parlamento, suficiente para gobernar sin pactos. Su principal competidor es el Bloque Patriótico, liderado por el socialista y expresidente moldavo Ígor Dodon.
¿Un plan de Moscú?
Los comicios se desarrollan entre temores de interferencia. El pasado lunes, la policía moldava arrestó a 74 sospechosos de planificar altercados antes y después de las elecciones. Los investigadores identificaron a dos oficiales de la inteligencia rusa directamente implicados en el reclutamiento y la formación de jóvenes en Moldavia y Serbia, donde les enseñaban a romper cordones policiales, resistirse a los agentes del orden, utilizar porras y manejar armas de fuego.
Paralelamente, la policía también llevó a cabo una redada durante la cual se incautaron armas, municiones, tiendas de campaña y ropa de camuflaje. El líder de la oposicióny expresidente de Moldavia, Dodon, anunció que se habían registrado domicilios particulares de personas de su coalición y acusó al Gobierno y al partido proeuropeo de intentar interferir en la cita electoral.
Estas operaciones coincidieron con la revelación por parte de Bloomberg de un supuesto plan del Kremlin para influir en las elecciones moldavas. Las protestas tendrían como objetivo la dimisión de la actual presidenta, Maia Sandu, en caso de que su partido saliera derrotado, o cuestionar la validez de los resultados si consiguiese la victoria. Además, la estrategia pasaría también por comprar votos de moldavos residentes en el extranjero y fomentar la desinformación en la red.
Una periodista de la BBC se infiltró en un entramado subvencionado por Moscú que se dedicaba a crear fake news sobre Moldavia. Entre otras acusaciones infundadas, le obligaban a publicar que la actual presidenta facilitaba el tráfico de menores o que, con tal de entrar en la UE, los ciudadanos deberían cambiar de orientación sexual.
“La soberanía de nuestro país corre peligro”
Ante estos hechos, el mismo lunes, la presidenta Sandu se dirigió a la nación. “Con toda solemnidad, debo informarles de que la soberanía, la independencia, la integridad territorial y el futuro de nuestro país corren un grave e inminente peligro”, empezó. “El Kremlin ha gastado cientos de millones de euros para comprar cientos de miles de votos. La gente se intoxica diariamente con mentiras [... ] en un intento de desestabilizar y sembrar la violencia y el miedo en Moldavia”, prosiguió.
Y lanzó una advertencia: “Rusia no actúa sola; tiene muchos cómplices aquí en Moldavia, traidores a su patria que la venderán por dinero, como ya lo han hecho antes. [...] El Kremlin cree que todos estamos en venta, que somos demasiado pequeños y pocos para resistir, que ni siquiera somos un país. Pero Moldavia es un país, es nuestro hogar y lo defenderemos”.
El Gobierno moldavo cifra en 150 millones de euros (el 1% del PIB del país) el dinero que Rusia ha gastado en operaciones similares destinadas a influir en las anteriores votaciones, en 2024: el referéndum de adhesión a la Unión Europea, en el que ganó el 'sí' con un ajustadísimo 50,4% del apoyo, y las últimas elecciones presidenciales, en las que Sandu repitió victoria.
Rusia no actúa sola; tiene muchos cómplices aquí en Moldavia, traidores a su patria que la venderán por dinero, como ya lo han hecho antes
Rusia asegura que es Europa la que pone en peligro la integridad territorial de Moldavia porque se está “preparando para ocuparla”. En un comunicado, el servicio de inteligencia exterior ruso apunta que los países de la OTAN están acumulando soldados en la frontera de Rumanía y que el plan se podría implementar después de las elecciones. Los espías lo atribuyen al supuesto miedo de Bruselas ante la reacción de “los desesperados ciudadanos moldavos” cuando se enteren de que se han “falsificado los resultados electorales de forma grosera”.
Los intereses del Kremlin en Moldavia
Según cuenta a elDiario.es Laurentiu Plesca, investigador del German Marshall Fund y del Romanian Centre for Russian Studies de la Universidad de Bucarest, “Moscú quiere preservar Moldavia como parte de su zona de amortiguamiento”, donde “puede probar de manera económica y eficaz tácticas híbridas de desestabilización y exportarlas a otros lugares de la región”.
El analista cree que el Kremlin trata de “evitar que Moldavia se convierta en una historia de éxito de la integración europea”, además de “mantenerla dependiente de la energía rusa y vulnerable a la manipulación política”. “Si Moldavia consolidase su camino hacia la UE, reduciría todavía más la influencia de Rusia en Europa del Este y debilitaría la capacidad de Moscú para proyectar poder en la región del mar Negro”, explica.
Si Moldavia consolidase su camino hacia la UE, reduciría todavía más la influencia de Rusia en Europa del Este y debilitaría la capacidad de Moscú para proyectar poder en la región del Mar Negro
Otra de las metas a corto plazo de Putin es usar Moldavia para entorpecer la entrada de Ucrania en la Unión Europea. Según el periodista ucraniano Vitalii Portnikov, en declaraciones a Espreso TV, Rusia busca que, privando a la actual presidenta de la mayoría en el Parlamento, el resto de partidos bloqueen las reformas que Bruselas exige a Moldavia para desbrozar el camino hacia Europa. Esto, de rebote, podría congelar la solicitud de Ucrania, que la UE no quiere desvincular de la de Moldavia.
Tensiones tras la invasión a Ucrania
Las relaciones entre Moscú y Chisinau se tensaron al máximo con la invasión rusa de Ucrania. En las primeras semanas de la guerra, se produjeron varias explosiones misteriosas y ataques de drones en Transnistria, una república autoproclamada al este de Moldavia, de mayoría rusófona, e internacionalmente no reconocida como independiente.
Desde el entorno del Kremlin amagaron con la posibilidad de arrastrar este territorio hacia el conflicto. “Desgraciadamente, parece que las fuerzas que hay detrás [de estos incidentes] no están interesadas en la estabilidad de la región y querrían crear otro foco de tensión”, aseguraba el viceministro de Exteriores ruso, Andréi Rudenko.
Más lejos fue el subcomandante del Distrito Militar Central ruso, Rustam Minnekáev, quien dijo que las tropas rusas avanzarían hacia el sur, conquistarían la ciudad ucraniana de Odesa, a 50 kilómetros de la frontera moldava, y se reunirían con el contingente de 1.500 soldados rusos que están desplegados de manera permanente en Transnistria. Aquello, sin embargo, no sucedió ya que el Ejército ucraniano repelió la ofensiva rusa en 2022 y el Kremlin nunca llegó a controlar Odesa.
Rusia, entonces, optó por aumentar la presión sobre el Gobierno moldavo reduciéndole el suministro de gas ruso. Chisinau tuvo que pedir ayuda a la Unión Europea a las puertas del invierno, pero no pudo impedir una inflación del 30%, que la oposición prorrusa, con el apoyo de Moscú, aprovechó para salir a la calle contra la presidenta Sandu. Finalmente, desde mediados de 2025, Moldavia dejaría de depender de la energía rusa.