La madrugada del sábado, mientras la ciudad dormía, el rugido de motores alteró la calma en el cruce de avenida Tonalá y calle Aztlán. No era una carrera legal ni una exhibición autorizada: eran arrancones, prácticas clandestinas que desafían la ley y ponen en riesgo vidas.

Desde la cabina de telecomunicaciones, los reportes comenzaron a llegar: varios vehículos realizaban maniobras de aceleración brusca, compitiendo en plena vía pública. La alerta se activó de inmediato.

En cuestión de minutos, el cruce se convirtió en escenario de un operativo coordinado. Siete unidades de la Policía Vial del Estado de Jalisco, nueve de la Policía Municipal de Tonalá y cinco de la Policía Estatal se desplegaron con precisión. La misión era clara: detener la competencia ilegal y asegurar la zona.

El re

See Full Page