Resultaba osado que el presidente que el presidente Gustavo Petro, enfundado en una camisa de flores y megáfono en mano, se desmandara en una plaza de Nueva York contra la política que Estados Unidos ha observado frente a la sangrienta ocupación israelí de la Franja de Gaza y mucho más que invitara a los soldados americanos a ponerse en trance de desobediencia contra su jefe Donald Trump.

Cualquiera que hubiera sido la naturaleza de su cálculo político de actuar así, incluso a varios de los manifestantes les parecía extraño que un presidente de otro país, en misión oficial ante Naciones Unidas, quisiera hacer suya una concentración en la que se presentaban como figuras como Roger Waters, fundador de Pink Floyd, como si se trata de una réplica tardía de Woodstock del 69.

Resultaba obvio q

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