La fruticultura del Alto Valle del río Negro , una de las economías regionales más emblemáticas de la Argentina, no puede comprenderse sin hablar de Los Álamos de Rosauer. El vivero, fundado hace más de un siglo, ha sido el punto de partida de miles de chacras que dieron forma a un modelo productivo que transformó el desierto en vergel . De sus tierras surgieron las plantas con las que se consolidó la fruticultura valletana, motor económico y cultural de toda la región.
Hoy, en su tercera generación integrada por María Laura, Juan Martín y Juan José, Los Álamos de Rosauer mantiene intacta la esencia de aquel legado familiar iniciado en 1920 por Juan Erich Rosauer. Entre frutales y rosales (reconocidos a nivel nacional) la empresa ha sabido adaptarse a las distintas coyunturas del paí