El rumor es ya casi un secreto a voces: Juan Carlos I habría caído rendido ante el negocio de la longevidad , un mercado multimillonario que se expande a pasos agigantados entre las élites más poderosas del planeta. Lo que hace apenas una década parecía ciencia ficción, hoy es una realidad experimental que involucra desde transfusiones de sangre hasta inyecciones de genes diseñados para revertir el envejecimiento.
La lista de magnates fascinados con la idea de vivir más y, sobre todo, de parecer eternamente jóvenes , no deja de crecer. Bryan Johnson , el excéntrico millonario de Kernel, y Liz Parrish , la CEO que presume de tener 52 años cronológicos y 21 biológicos, son solo la punta del iceberg de un fenómeno que atrae cada vez a más inversores. A este selecto club también se su