Paola me llamó entre feliz y triste. Cambió de empleo hace un año detrás de ese sueño de lograr un millón de cosas, “quiero crecer” me dijo aquella vez. Cuando le renunció a su jefe solo tenía en mente tener nuevas oportunidades y un poco, llevada por ese ego de los treinta y algo, le importaron poco las advertencias que le hicieron.
Ya lleva un año trabajando en lo que muchos consideran el sueño de empresa; exitosa, grande, cotizando en bolsa, multinacional, con reuniones en Europa; todo suena a un sueño irreal. Pao sentía que el mundo estaba a sus pies. De hecho, durante su primer año solo me felicitó en mi cumpleaños. No supe mucho más de ella.
Esta vez me dijo que necesitaba un par de sesiones de coaching. Lo cual me alegró porque Paola es un ser muy especial y disfruto mucho estos p