* La Nobel de la Paz habló de autoconocimiento, memoria ancestral y dignidad ante mexicanas privadas de su libertad
* Su mensaje: la felicidad no depende de barrotes, sino de la fuerza interior
Morelos.– “Debemos compartir nuestra sonrisa aún en tiempo de tormenta. Tenemos que ser felices, es el único objetivo”. Con esta sentencia, la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, convirtió un auditorio penitenciario en un espacio de esperanza y reflexión.
Frente a 200 mujeres privadas de la libertad en el Cefereso 16 Femenil Morelos, Menchú rompió el discurso habitual de culpa y castigo: habló de autoconocimiento, de memoria ancestral y de dignidad humana como pilares para reconstruir la vida, aun desde la adversidad del encierro.
El evento, organizado por la Secretaría de Segurid