Europa levantó la Ryder Cup en una selva. El Berthpage Black , a 45 minutos de Nueva York, fue un recorrido que no necesitaba de serpientes y cocodrilos para intimidar. El aliento a los norteamericanos y los alaridos contra los europeos resultó ensordecedor, intimidador e impropio del golf. El ruidoso público creyó en el milagro de la remontada. Los marcadores en la última jornada les daba aliento. Los puntos a favor de EEUU fueron cayendo, y la amplia desventaja se fue recortando con cada partido. Pero la montaña era inmensa, de siete puntos, y Europa pudo al final ganar en campo contrario, algo que no sucedía desde 2012.

Los europeos llegaban al día definitivo con 11,5 a 4,5 de ventaja. Les bastaba 2,5 puntos en los 12 partidos individuales en juego. Parecía una empresa fácil. Y no

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