Mirar el futuro no es solamente la mejor terapia para superar una coyuntura convulsionada e inquietante como la que vivimos actualmente, sino un ejercicio impostergable precisamente por los hechos trascendentales sobre los cuales Colombia tiene que tomar decisiones en el muy corto plazo. Son tantos los problemas que el país viene acumulando, a los que se agregan los nuevos, que es necesario plantear la posibilidad de que el próximo gobierno juegue un papel fundamental para encauzar las metas impostergables para el 2050. No es una tarea fácil porque el punto de partida debe ser una reflexión profunda sobre cuál es ese país que queremos, que merecen las próximas generaciones, y cuáles son las grandes barreras para lograr esos propósitos.
Debe ser un ejercicio lleno de humildad porque precis