La fuerza del viento que azotó San Juan el viernes por la tarde volvió a dejar al descubierto una verdad ineludible. La provincia, por su geografía y condiciones climáticas, debe estar permanentemente preparada para enfrentar catástrofes naturales y accidentes que ponen en riesgo a la población. No se trata de alarmar, sino de asumir con responsabilidad que los fenómenos extremos son parte de la realidad local y, por lo tanto, la prevención debe ocupar un lugar central en la agenda pública y comunitaria.

San Juan convive con una amplia variedad de riesgos: incendios forestales, provocados muchas veces por la imprudencia humana o por fallas eléctricas; fuertes vientos, ya sea el temido Zonda o el intenso Sur; lluvias prolongadas que ocasionan anegamientos y cortes de rutas; temblores y ter

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